El Temor de la Iglesia ante el Culto Secreto de la Diosa Lunar que Sacude las Creencias Tradicionales

Introducción al Misterio de la Creencia

Saludos, buscadores del misterio. Imagina que estamos sentados en un acogedor café, rodeados del murmullo de conversaciones y el aroma reconfortante del café recién hecho. Hoy, quiero llevarte en un viaje hacia el misterio que rodea los primeros atisbos de espiritualidad en la humanidad. ¿Alguna vez te has preguntado cuál podría haber sido el primer sentimiento espiritual de nuestra especie? Esa sensación primitiva de creer en algo que va más allá de lo tangible, de lo que se puede ver o tocar. Este relato no gira en torno a religiones como las conocemos hoy; en lugar de eso, se zambulle en las creencias ancestrales que han tejido la historia de nuestros antepasados.

Te invito a que te acomodes y te sumerjas en esta fascinante exploración de seres y dioses olvidados, en un tiempo donde la luna y la tierra fueron veneradas como fuentes de vida y misterio.

La Diosa Araña y Su Legado

La diosa araña es quizás uno de los símbolos más intrigantes que pueden surgir de este análisis. Sus orígenes se entrelazan con la sombra de la fertilidad femenina y la luna, una figura emparentada con la creación y la vida misma. Pero, ¿qué evidencia tenemos de su existencia en épocas tan distantes? La respuesta se encuentra en una esculpida figura del Paleolítico, conocida como la Venus de Tantan, hallada en Marruecos. Con una antigüedad de 500,000 años, esta escultura nos ofrece una ventana hacia la espiritualidad de nuestros ancestros. Al observarla, podemos inferir que el culto a la mujer como símbolo de vida no solo era prevalente, sino que era considerado sagrado.

Las Venus paleolíticas parecen ser representaciones no solo de la belleza, sino de la fertilidad, trayendo a la luz un aspecto fundamental de las creencias iniciales: la mujer como madre tierra, la fuente de la vida. Este vínculo ancestral puede ser el primer indicio de un culto a lo femenino que se sostuvo a lo largo de los años, incluso frente a la evolución de religiones que, en algunos casos, lo deformaron.

El Impacto de las Religiones Modernas

A medida que las religiones modernas se expandieron, absorbieron estos cultos ancestrales, transfigurando y transformando sus orígenes. La cultura celta se vio especialmente afectada; su riquísima tradición espiritual fue recogida y reducida a un conjunto de símbolos trivializados. Al cambiarles el nombre, las nuevas creencias reclamaron el espacio espiritual, no sin dejar vestigios de lo que una vez fue. Aquí entramos en un mar de simbolismos que continúan resonando hasta nuestros días, especialmente el impresionante número 13.

Este número tiene una carga espiritual profunda y se relaciona con la diosa luna. Un año puede tener 12 o 13 lunas llenas, y el 13 ha sido históricamente interpretado como un símbolo de fertilidad y de renovación. La luna, en su ciclo de muerte y renacimiento cada mes, proyecta la esencia de lo que significa ser eterno.

La Búsqueda del Zodíaco Lunar

El investigador James Bog nos ofrece una perspectiva fascinante al sugerir que existe un zodíaco lunar, que incluiría 13 signos, diferenciándose del convencional zodíaco solar de 12 signos. En cada símbolo del zodíaco solar, podemos hallar un reflejo del viaje humano, pero el 13avo signo, la diosa araña, es el que representa la conexión con el cosmos. En una sinagoga gnóstica en Beit Alfa, encontró un telar en el que el símbolo central era 12 + 1, es decir, la diosa araña, que portaba la luna en su hombro. Vale la pena preguntarnos qué otros secretos podrían estar reflejándose en tales símbolos.

La búsqueda de esta comprensión va más allá de conocer simplemente de qué se trata la luna o cuántos signos existen. Se extiende a comprender la interconexión de historias que han viajado en el tejido del tiempo, articuladas a través de los diversos mitos y las leyendas de diferentes culturas.

Cuentos de 12 y 1

Permíteme contarte tres historias que sin dudas intrigarán a tus pensamientos. El primero es el famoso relato de los 12 Caballeros de la Tabla Redonda que compartían el reino con el Rey Arturo. No olvidemos al número adicional: el Rey, siempre presente, representando a un líder que resulta ser un simbolismo del ciclo del año. La traición de Mordred, quien apuñala a Arturo, nos lleva a un momento de letargo y muerte, una narrativa que se repite en otros mitos. En este caso, Arturo espera para resurgir y gobernar su reino en un futuro, al igual que la luna que muere cada mes solo para volver a nacer.

La historia de Jesús y sus doce apóstoles resuena en esta misma frecuencia. La Última Cena, llena de simbolismo, muestra a Jesús como el número 13, donde uno de ellos, Judas, traiciona. La muerte y resurrección de Jesús, tal como Arturo, revelan el ciclo de muerte y renacimiento, un tema que se manifiesta en cada rincón de la herencia mitológica.

Finalmente, la mitología nórdica nos presenta a los 12 dioses en el Valhalla y el dios Baldur, quien también es objeto de traición por Loki. Aquí, los ciclos del año se reflejan nuevamente: la muerte y renacimiento de Baldur son ecos del cambio de estaciones y del sol.

La Metáfora de los Ciclos Anuales

Cada uno de estos relatos nos habla de ciclos, de la vida misma que se despliega en una espiral. En el verano, el sol asciende; durante el solsticio de invierno, se detiene, y sigue descendiendo. Estos patrones son más que relatos; son lecciones sobre cómo interpretamos el mundo natural a nuestro alrededor. Si comenzamos a mergulizar en la historia de la muerte del sol, podemos ver por qué estas historias perduran, fascinando a generaciones.

Una interpretación de este ciclo solar, que se asemeja al de la luna, evidencia que todo se conecta. Las historias de muerte y resurrección tienen un trasfondo esotérico que conecta con el ciclo vital que todos experimentamos. ¿Quiénes somos al crear misticismo en torno a estos ciclos? ¿Son meras narraciones, o hay un eco profundo en nuestro ser, resonando a través de generaciones?

El Culto Lunar y Su Interpretación

El culto lunar se ha asociado a la adoración de la mujer y su fertilidad, tejiendo un hilo que une la luna a la figura femenina. El investigador Gustavo Fernández señala que este culto primordial no solo buscaba comprender el movimiento de la luna, sino también la esencia misma de la vida.

Al analizar el número 13, hay un cálculo fascinante que podría chispear tu curiosidad. Al contar del 1 al 13 y dividirlo a la mitad, el 7 queda en el centro; si lo volvemos a dividir, el 4 nos espera como un espejo. Multiplicando estos números, llegan a darnos 364 días, el total de las lunas que puede haber en un año. Este es un símbolo esotérico que resuena con los cultos antiguos, una conexión que ha resistido el paso del tiempo y ha sido ocultada tras capas de religiones modernas.

La fascinación por la luna y su conexión con la fertilidad femenina es clara en el ciclo menstrual, que también presenta una duración de 28 días. Aquí, nuevamente, vemos el reflejo del culto lunar entrelazado de manera irremediable con la vida. Robert Graves, otro investigador excepcional, aporta aún más piezas a este rompecabezas al desenterrar rituales de antiguas brujas en Tesalia, incidiendo en la sangre menstrual y su conexión perpetua con el lunar.

La Oposición en las Escrituras Sagradas

No es de extrañar que el culto lunar fue despreciado en varios textos sagrados, incluyendo el Antiguo Testamento. En Isaías, se nos presenta un claro desdén hacia la adoración lunar, como si se intentara borrar la huella de una antigua espiritualidad que se resistía a ser olvidada. La fragmentación de estos cultos sugiere un escombro de religiones tratando de marcar su territorio, y cómo esta competencia por la adoración alteró el significado de lo que muchas civilizaciones adoraban.

La omisión deliberada de la diosa luna, y las prácticas que la acompañaban, nos muestran que hay muchas capas de historia que han sido revisadas, reescritas y, en ocasiones, ridiculizadas. Las tradiciones que todavía perduran evidencian esta conexión perdida en los anales del tiempo y continúan susurrando a quienes buscan comprender su verdadero significado.

El Simbolismo de Venus y el Pentagrama

Finalmente, es esencial tocar el tema del simbolismo de Venus, la diosa madre. Cada cuatro años, Venus se alinea perfectamente con la Tierra, formando un pentagrama en el cielo. Este fenómeno no pasó desapercibido para los antiguos griegos, quienes comprendieron la importancia de estos ciclos al organizar los Juegos Olímpicos, indudablemente influenciados por el movimiento de Venus.

Las raíces de estos símbolos son fascinantes, pues hacen eco de un profundo respeto por las fuerzas de la naturaleza y su reflejo en la vida cotidiana. La alineación y el simbolismo de Venus invitan a los investigadores a seguir desentrañando el significado detrás de lo que podría ser una manifestación tangible del cosmos en nuestras tradiciones.

Conclusión: Un Viaje de Descubrimiento Espiritual

Así llegamos al final de este recorrido, amigos. Hemos danzado entre mitos, símbolos y creencias que han definido a la humanidad a lo largo del tiempo. La búsqueda de los cultos ancestrales que veneraban a la luna y a la mujer revela una trama compleja que nos conecta con nuestras raíces. La diosa araña, el culto lunar y los misterios del número 13 son solo el principio de lo que queda por descubrir.

Mientras la bruma del misterio se disipa, debo admitir que hay mucho por indagar. Cada revelación es una pieza más en el rompecabezas de nuestro pasado colectivo. Aunque muchos secretos yacen perdidos en los surcos del tiempo, el camino de la búsqueda nos une a todos, invitándonos a desentrañar lo que ha sido olvidado.

Espero que esta conversación te haya inspirado a seguir explorando. Ya sea a través de más lecturas o en tus propias reflexiones, recuerda que cada paso que tomes en esta búsqueda es un eco de aquellos que vinieron antes que nosotros. Hasta la próxima. Que las estrellas guíen tu camino.